Etiquetas

sábado, 10 de julio de 2010

Amón-Ra en El Cairo




*Photo by Antòniu:
"Amón Ra n' El Cairu"

Amón-Ra

   Son casi las tres (pm), salgo del trabajo con cierto cansancio. Recibo el guantazo de la flama del mediodía. ¿Hará 40º C?. Dicen que vienen aires del Sahara (a ellos la ley de extranjería les resbala).
Introduzco mi mano en el bolsillo y saco las llaves de mi máquina de consumir combustible fósil. Reconozco el familiar tintineo del roce entre ellas al abrir la puerta. ¡El coche parece una sauna a máxima potencia, el día de más calor del siglo, en Atacama!... Sin embargo, me acuerdo de enero, colocando con dedos gélidamente doloridos las cadenas en las ruedas durante una gran nevada. Es bueno sentir el paso de las estaciones, es bueno sentir.
El rugido del motor enseguida me pone en ruta.
Conduzco despacio disfrutando de la belleza del paisaje. El verano va dejando pinceladas de color verde amarillento pero en los picos más altos de la montaña aún se ve algún nevero que se resiste a abandonar al invierno.
De repente llego a una curva muy cerrada y al salir de ella, la figura deslumbrante de un sol abrasador de acaso 40ºC me ciega por completo. De entrada, me molesta y hasta me entran ganas de despotricar contra el astro rey.
Por fin pillo una larga recta. Llevo las ventanillas completamente abiertas y una impetuosa corriente de aire caliente me invade.
En un instante concreto, todo parece perfecto: el viento sahariano lamiendo mi cara, “No, woman, no cry” de Bob Marley en la radio… y arriba, siempre permanente la redondez luminosa de nuestra estrella.
Influenciado quizás por la alta temperatura y el relax de la conducción, entro en un curioso estado de "conciencia". Me siento extraño y siento todo agradablemente extraño.
Comienzo a divisar mi alrededor de una manera especial… si cabe, con la asepsia del que observa desde fuera o por primera vez. Puedo perfectamente imaginarme a mi mismo como un extraterrestre traído de un árido asteroide para ser colocado en un evolucionado vehículo (mi máquina de consumir combustible fósil) que recorre un paradisíaco planeta llamado Tierra.
Aguzando posiblemente la sensibilidad, aprecio todo con una sutileza indescriptible. Descubro desbordante fuerza existencial en cuanto me rodea… y el sol ya es Sol: el muy helénico dios Helios, el supremo Amón-Ra egipcio, el todo poderoso Inti incaico.
En Flashback retrocedo unos años atrás: amanece en el templo de Karnak a orillas del río Nilo, la ígnea silueta del disco solar completamente naranja ilumina mis huellas en la avenida de las esfinges.
Solo se me ocurre susurrar algo ahora:
¡Gracias Padre Sol!

miércoles, 7 de julio de 2010

Cúpula celeste

   Ya son más de las 24 horas.
Alán y Alba duermen. Salgo de la cabaña para sentir un poco la noche. Instintivamente camino hacia la roca de mirar las estrellas y me tumbo un rato encima de ella. Montañas en los cuatro puntos cardinales que hacen de almohada y la cúpula celeste preñada de galaxias, por sábana.
Por momentos, percibo a este improvisado lecho, como una prolongación más del útero de la Tierra… y me veo a mí mismo como un niño, pequeñísimo, encima de la redondez del planeta… microscópicamente gigante.
En un instante, comienzo a escuchar el latido de Gaia con fuerza:
PUM- Pum, PUM- Pum, PUM-pum
Mas me doy cuenta de que el pulso proviene verdaderamente de mi pecho y… me río. O, acaso… ¿es el eco del corazón de ella en mi cuerpo?
Permanezco en silencio por dentro. Una leve brisa cálida de verano acaricia mi cara, susurrando en los oídos canciones de grillos y de corrientes de agua lejanas.
De repente, el atronador rugido de los motores de un avión que navega parpadeante por el cielo, me sabe a homo sapiens y casi me hace escapar del paraíso. Menos mal que una estrella fugaz y después otra, enmudecen mis pensamientos ante la inmensidad del Universo.
…Y me veo a mí mismo gigantescamente microscópico.
Safe Creative #1007086767338

Cúpula celeste

   Xa son máis das 24 horas.
Alán e Alba fican durmindo.
Eu saio da cabana pra sentir un pouco a noite. Instintivamente camiño cara a rocha de ollar ás estrelas e déixome cair deitado nela. Montañas nos catro puntos cardinais que fan de almofada e a cúpula celeste preñada de galaxias, por saba.
Por momentos, percebo o improvisado leito, como unha prolongación máis do útero da Terra. Véxome a min mesmo como un neno, pequenísimo, enriba da redondez do planeta… microscópicamente xigante.
Nun intre, comezo a escoitar o latexo de Gaia con forza:
PUM- Pum, PUM- Pum, PUM-pum
Mais, decátome de que o pulso proven verdadeiramente do meu peito e… río. Ou, se cadra ¿é o eco do corazón dela no meu corpo?.
Permanezo en silencio no meu interior. Unha lene brisa cálida de verán carexa a miña cara, susurrando nos ouvidos cancións de grilos e de regueiros lonxanos.
De súpeto, o atronador ruxido dos motores dun avión que navega parpadeante polo ceu, sábeme a homo sapiens e case me fai escapar do paradiso. Menos mal que unha estrela fugaz e despois outra, enmudecen os meus pensamentos diante da inmensidade do Universo
…E véxome a min mesmo xigantescamente microscópico.

jueves, 1 de julio de 2010

Unicornis cælestis




*Painting by Antòniu   

hoy


  Hoy es el primer y último día antes de mañana. Prioritario en un gran listado de ocasiones prioritarias de ser sentidas... prioritariamente.
Mañana no existe, ayer es inútil. Navegamos en el hoy.
Herederos de los antiguos primates, caminamos, con piel fina y cabeza evolucionada. Portamos un corazón que late, más allá de lo predestinado por nuestra información genética y lo socialmente correcto… pues tenemos esencia propia, alma.

Hoxe

   Hoxe é o primeiro e último dia antes de mañá. Prioritario num grande listado de ocasións prioritarias de ser sentidas... prioritariamente.
Mañá nom existe, onte é inútil. Navegamos no hoxe.
Herdeiros dos antigos primates, camiñamos, con pel fina e cabeça evolucionada. Levamos um coraçóm que latexa, máis alá do predestinado pola nossa información xenética e o socialmente correto... pois temos esencia própria, alma.