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jueves, 17 de marzo de 2011

Pasamos de la rueda, a la nave espacial; de la estaca, al misil teledirigido; del arado de palo, al reactor nuclear;… en un soplo de tiempo.
Volamos, en apenas unas decenas de generaciones, de los coletazos del Austrolopithecus a la más profunda sofisticación del Homo Sapiens Sapiens, pero, ¿somos sapiens sapiens de verdad?
Unos pocos tenemos de todo, casi siempre innecesario, sin importarnos demasiado que una gran mayoría (que anteriormente hubimos colonizado por la fuerza y explotado) apenas tenga nada… mientras degradamos al planeta Tierra imparablemente. .
¡Tener, tener, consumir, consumir, derrochar, derrochar, destruir, destruir! Ese es el lema de nuestra sociedad “civilizada”.
Hemos apagado muy pronto las velas de las aldeas de nuestros abuelos, para inundarnos de deshumanizadas macrociudades repletas de carteles luminosos publicitarios que solo pretenden “comernos el coco” para que consumamos. Aniquilamos de manera convulsiva miles de especies, de culturas, de hermanas y hermanos… al propio clima, si es necesario… y a eso llamamos progreso.
Todo vale, con tal de derrochar. Pensándolo bien, si cabe, el hecho de escribir estas palabras aquí, no es más  que un eslabón más del engranaje (por qué no decirlo).
Si cabe, lo que realmente necesitamos no es exclusivamente una alternativa al nocivo petróleo y a la letal energía nuclear. Si cabe lo que necesitamos es una alternativa de renovación en nuestro caminar… sin tener que renunciar a todo aquello que en la evolución del homo sapiens, lo dignifica.
Sí, quizás es hora de volver a las velas y al silencio de su luz.


 

3 comentarios:

  1. Si, quizá es hora de volver a las velas y al silencio.
    Un abrazo.

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  2. Antoniu, creo que cada vez más gente estamos en esa onda, y el crecimiento va a ser exponencial, entre otras cosas, gracias a internet. Un saludo amigo.

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