Después de subir a una montaña, me tumbo en el suelo y observo veloces nubes navegando en la inmensidad del Océano Cielo Azul. El Sol acaricia mi frente con sudor, alimentando al corazón… y me veo a mí mismo, microscópicamente gigante, encima de la redondez del planeta Tierra, acogiendo la compañía de todo cuanto me rodea. Lejos queda esa imagen que todo ser humano fabrica a veces delante de un supuesto muro existencial, de irreparable abismo en soledad. Simplemente, me digo: “La soledad no existe, nos acompaña el planeta entero”...
Qué preciosas palabras, antóniu, me las guardo en el corazón.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Me alegro de que te llegaran las palabras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Everything that have been written in this post is so true and so beautiful!!!
ResponderEliminarYou inspire the rest of us to keep at it.
Olga, Thank you very much.
ResponderEliminarTengo en mi blog algo para ti, me gustaria que pases a buscarlo. Un abrazo
ResponderEliminarmuy bien dicho
ResponderEliminarMuchas gracias, Magdala...
ResponderEliminarGracias Taio
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