Deslizo mi mirada por la piedra, esperando encontrar solo dureza pétrea insensible e inerte… y en la selva de las miniaturas, descubro al mismo Sol que regala savia a mis latidos, en forma de liquen silencioso.
Y sonrío, mientras reconozco en mis raíces unos pies con derecho a caminar… y el grito de mi esencia, se diluye en el eco de un mundo de millones de millones de almas que también laten.
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