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sábado, 5 de marzo de 2011

En Monfragüe y el Lago de las grullas...


Hace unos días, nos acercamos al Parque de Monfragüe aprovechando una feria de ornitología. Enseguida tomamos un sendero y nos perdimos por las profundidades del enclave camuflados por la exuberante vegetación.
El Sol lucía con fuerza quizás como preludio de una primavera que quiere asomar su hocico inquieto, deseosa de explotar en colores y vida… y la verdad, se agradecía después de meses de frío y nieves.
Alguien gritó
-¡Mirad al cielo!
Miles de grullas lo surcaban haciendo uves, de nuevo camino del norte de Europa.
Entonces sugerí…
-¿Por qué no nos acercamos al lago de las grullas para despedirnos de nuestras amigas hasta el año próximo, antes de que partan todas?
Y así fue. Cuando llegamos, el silencio de las aguas y la ausencia del escandaloso diálogo de las grullas, nos alertó de su marcha definitiva… y cierta melancolía invadió al espacio, ya sin ellas.
A pesar de todo, la vida bullía en Tierra, Agua y Aire.
Y el padre Sol nos acarició un atardecer más, antes de jugar al escondite.

4 comentarios:

  1. voy a Monfrague dentro de 3 semanas con un grupo de amigos y con mi familia, intentaré sentir lo que aquella tierra siente..

    y te lo contaré..

    Un beso

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  2. Que lindo , la verdad es que se echa de menos cualquier sonido y presencia de la naturaleza. Un abrazo

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  3. Altair, espero que disfrutéis de la visita... Ya me dirás. Un beso

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  4. Gracias, Magdala, por tu apreciación. Un abrazo

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