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lunes, 28 de febrero de 2011

Alquimia existencial



  La búsqueda de la plenitud existencial, pasa, antes de nada, por la integración con el medio que nos dio la vida y que nos habrá de acoger en su seno. Pasa por la asimilación del alma de la Madre Tierra, por el mimetismo en esencia con la Naturaleza (en su sentido más amplio).
No importa ni el lugar ni el momento, lo que importa es sentirse parte integrante del Planeta… sentirse un eslabón más del ecosistema y gozar de ese estatus. Compartir, disfrutar de la expresión de todo lo vivo además de los fenómenos naturales: de cada ser humano, de cada animal, de cada planta, de cada gota de lluvia, de cada copo de nieve… de cada cuerpo inerte también.
Y saberse perecedero, perecedera, por lo menos en un plano físico… entenderlo y aceptarlo con dignidad. Compartir el devenir de todos los hermanos y hermanas animales y plantas. Admirar cada rayo de sol que nos ilumina y desaparece hasta que viene otro, de cada fase de luna que da paso a otra... aprendiendo.
Por otra parte, el verdadero viaje de la existencia es el viaje de dentro… siempre, como no, en concordancia íntima con el Hábitat.
Es preciso sentir, sentir por encima de todo, sentir el latido de todo en todo momento, sentir los propios latidos. Es preciso acoger la energía del planeta en todo cuanto acontece. Es preciso plantarse delante del horizonte cada mañana y dar gracias al Padre Sol por nacer un día más. Verlo ocultarse al atardecer… y decirle: ¡Hey, aquí estoy yo!
Es preciso ver surgir la cúpula celeste preñada de estrellas, por la noche. Alimentarse de la grandiosidad del Universo, al que pertenecemos en cuerpo y alma.
Y amar, sin más.
*Photo by Antòniu

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